EL CORAZÓN DE UN GATO

Abro el cajón del pan y ¿qué encuentro? ¡La vecina otra vez! Esa rata de campo sagaz y tramposa que siempre se adelanta y encuentra nuevos lugares para aprovisionarse. He capitulado como encargado de la seguridad e higiene de la casa. ¡Esto es demasiado para un gato que solo quiere dormir al sol! No puedo estar alerta a todas horas, pendiente de todos los ruidos y movimientos de la casa. Estoy solo frente a esta enemiga escurridiza y veloz. No puedo seguirla, desaparece sin que pueda ver por dónde. Además, hay otra cosa: mi vecina tiene obligaciones familiares que atender y por más que sea un gato con una misión, también tengo mi corazón. Entonces, ella y yo hemos llegado a un pacto secreto, hará su excursión alimenticia  cuando la casa esté vacía, así nadie podrá reclamarme por no cumplir con mis deberes de cazador.

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